SALA SAN LEONARDO 1584.

Exposición "Arte de la memoria" en Venecia.

Sala San Leonardo 1584
Strada Nuova - Cannaregio

dal 12 aprile al 24 aprile 2008
dal lunedi al sabato ore 10-13 15-20
ingresso libero

lunes, 31 de marzo de 2008

Mylène Faure

Le photographe de la vie,
A Domenico Russo

Elle

... je reviens sur le chemin de mon enfance,
je pose des images sur mes souvenirs,
je deviens le photographe de la vie.
Et tout s’éclaire alors, et tout prend un sens,
Et je peux avancer encore, étrangère à la démence.

Ritorno sul cammino della mia infanzia,
poso qualche immagine sui miei ricordi,
Divento il fotografo della vita.
Ed allora tutto si schiarisce, tutto prende senso,
Posso avanzare ancora, estraneo alla demenza.


Et si tout a tellement changé que l’on ne voit plus sa trace,
Je le porte à chaque instant.
Il est dans mes mains,
Dans la lumière d’un jour de printemps,
Il est la rosée du matin,
Il est l’absent.

E se tutto è talmente cambiato da non vederne traccia,
Io lo porto con me ad ogni istante.
È nelle mie mani,
Nella luce di un giorno di primavera,
È la brina del mattino,
È l’assente

Lui

Tu as tout à écrire,
Et tu écriras de nouvelles pages
Pour ne pas être esclave du temps,
Pour que je survive.

Tu hai tutto ancora da scrivere,
E scriverai nuove pagine
Per non essere schiavo del tempo,
Perché io possa sopravvivere


Et je m’en irai avec mes secrets
Des fleurs en bouton
Je serai la chaise qui se courbe
Sous le poids du temps.

Pour laisser place à la vie.

Ed io me ne andrò con i miei segreti
Fiori in bocciolo
Sarò la sedia che si curva
Sotto il peso del tempo
Per lasciare posto alla vita

Fedele Tocci

"Gocce di memoria"
Fotografía
60 x 42 cm

Angela Sanabria Fernández

“VIEJO,MI QUERIDO VIEJO”

A mi padre, un hombre honrado

La dulzura de los años
La tranquilidad del honesto,
La paz, sosiego del alma
De una nieta y un abuelo.

Los niños siempre estuvieron
Cerca de gatos y perros,
Antes y ahora también
En estos tiempos,
Porque cuando somos “niños”
Como cuando somos “viejos”,
La placidez, la ternura
Acompañan nuestros “sueños”

Ella todo por hacer,
El todo de ella por verlo,
El pasado y el futuro,
Bajo un mismo cielo,
Un bosque, un gato, una silla, cariño ,un sombrero, y …..
………….un presente para ellos.
Porque siempre existirán una niña y un abuelo
Si los abuelos del mundo no renuncian a serlo



Vecchio, mio caro vecchio

A mio padre, un uomo onorato
La dolcezza degli anni
La tranquillità dell’onesto,
La pace, la calma dell’anima
Di una nipote y un nonno.

I bambini sono stati sempre
Vicini a gatti ed a cani,
Prima ed ancora adesso
In questi tempi,
Perché quando siamo “bambini”
Come quando siamo vecchi,
La placidità, la tenerezza
Accompagnano i nostri “sogni”

Lei tutto ancora da fare,
Lui avrà da vedere tutto di lei
Sotto uno stesso cielo,
Un bosco, un gatto, una sedia, affetto, un cappello, e...
... un regalo per loro.
Perché ci saranno sempre una bambina ed un nonno
Se i nonno del mondo non rinunceranno ad esserlo

domingo, 30 de marzo de 2008

Fátima Tocornal


"Tempus fugit"

Técnica mixta

15 x 15 x 5 cm

Carmen Wop

Caleidoscopio
Un momento efímero, un instante que apenas roza el tiempo, un lapso que se hubiera perdido definitivamente en la historia, se ha sellado en una fracción de segundo en una cámara.
El árbol, el abuelo, la niña, el gato… Está la curiosidad, esquiva o retadora, en la mirada de la niña. Está la prevención. Pero al regazo del roble el miedo se ha hecho doméstico, soportable, cotidiano, como tantos y tantos miedos.
Paradójicamente, la cámara es la que tiembla -ve que la vida empieza y vuelve- y necesita su árbol. Gente que ha visto el gesto, se implica, se hace roble para la cámara, la apoya en su regazo. Y aparecen nuevos gestos que refundan el acto: dibujo, pintura en diversos soportes, escultura, poemas, recreaciones fotográficas, manipulaciones, joyas…
Treinta actos sobre un milisegundo, el acto colectivo que se basa en una cámara que interroga y que es interrogada, el acto plural que implica una apertura a la mirada, una óptica desde cada vida, un caleidoscopio en el que la libertad mueve la rueda en la que gira el tiempo.

Itziar Nanclares de Gamboa


"Ecos del pasado"
Composición sonora

Curra Leonor González


"Desde el Peñalabra"
San Salvador de Cantamuga, agosto de 1909


¿Qué hay, Vicinzu?

Me dicen que ahora andas por Venecia, con tu nieta, y mira que no me importaría nada acompañarte, y de paso ver un poco de mundo… Lástima que ciertos misterios que la física no ha sabido todavía desentrañar me impidan visitar esa exposición extraordinaria. Si pudiera ir a verte charlaríamos un rato, y te contaría cosas de por aquí, cómo era la vida entonces, en 1909, en este rincón perdido del Norte de España, seguramente tan distinto de tu Calabria. En ese año tú ya habías nacido, pero eras un niño; yo ya estaba casado, y tenía dos hijas, todavía unas niñas pequeñas. No son tantos los años que nos llevamos pero, mira, en eso he tenido yo más suerte: me he librado de ver cosas terribles. Eso me lo tendrías que contar tú a mí.

Sabes, los domingos de agosto subíamos, casi toda la familia, a merendar al puerto. Siempre íbamos a ese rincón, un claro del bosque, no muy lejos de la carretera: no había que andar demasiado con las cestas de la comida y con las niñas en brazos. En el puerto de Piedrasluengas las tardes de agosto son cortas: enseguida empieza a bajar la niebla por la falda del Peñalabra, y a veces es tan espesa que si has prolongado un poco el paseo, te puedes perder, aunque conozcas bien el terreno.

Yo, muchas veces, les dejaba merendando y me iba solo. Siempre me gustó andar, meterme entre las peñas, cruzar estos bosques de robles, hayas, acebos, serbales, subir, subir, subir más, el bosque se acababa, llegaba a los altos y me sentaba en una roca, a que me diera en la cara el aire frío y miraba, frente a mí, los Picos de Europa, y escuchaba el silencio. A veces el águila volaba no muy lejos.


En mi familia no entendían muy bien esta afición mía a perderme por los montes. A Agustina, mi mujer, siempre le daba miedo que me marchara y les dejara allí “solos”, decía, pero era yo el que necesitaba estar solo, sabes, Vicinzu, porque mi familia era muy numerosa: mi madre, los padres de Agustina, sus hermanos pequeños, los que todavía no habían marchado a buscar fortuna en Argentina…. Todos, todos vivíamos en la casa, todos dependían de mí. Yo, lo que más recuerdo de aquellos años, era la angustia que tenía cuando uno de los ancianos, o las niñas, caían enfermos.


En invierno siempre había alguien enfermo, a veces varias personas a la vez, y yo siempre les cuidaba, pero me desesperaba cuando tardaban en curar. Siempre teníamos miedo de la tuberculosis. Y cuando el que enfermaba era yo, me espantaba la idea de dejarles solos, porque Agustina era muy joven, y las niñas, y los que fueron naciendo después, eran tan pequeñitos…Y luego era el frío, aquellas nevadas terribles, que nos aislaban del mundo. Era muy grande el peso de aquella familia.



Yo mismo no sé porqué motivo nunca dejamos aquella tierra tan dura, podríamos haberlo hecho, podríamos haber vendido todo y vivir en Madrid, o en Santander, y las niñas no hubieran tenido que estar internas con las monjas. A mí me gustaba la ciudad, o al menos me gustaba de vez en cuando: me escapaba unos días –había que cuidar los negocios, acompañar a las niñas al colegio o ir a buscarlas, necesitaba comprar herramientas o maquinaria- Pasaba unos día en Santander, iba al teatro, al café, hacía visitas, incluso una vez me compré un automóvil, aunque nunca me sirvió de mucho, con las carreteras de entonces siempre tenía que acabar echando mano de los caballos…


Yo quería ser de mi tiempo, era curioso, me gustaba leer, ver cosas nuevas… ¡Cuánto hubiera querido viajar!. Además, en la ciudad parecía que podías liberarte un poco de tantas tradiciones y costumbres rancias como había entonces en los pueblos pequeños, mira que a veces había que aguantar tonterías. Pero la verdad es que la vida urbana me cansaba rápidamente, pronto empezaba a preocuparme por cómo estarían en casa, sobre todo si no llegaba carta.


Como ves, yo era, como se dice por aquí, un “culo de mal asiento”: mal en el pueblo, mal en la ciudad; lo quería todo y nada me satisfacía. A mí la serenidad, Vicinzu, no me llegó nunca. Siempre estaba preocupado. Al final, los momentos más felices los vivía andando por el monte, cruzándome con el corzo, a veces viendo de lejos al oso. Por eso nunca pude salir de allí, nunca pude alejarme de mi tierra. Pero yo creo que eso puedes comprenderlo mirando la foto.

jueves, 27 de marzo de 2008

lunes, 24 de marzo de 2008

Piotr Adamski


Mariselo Ruiz Puche

"Alegría en mi memoria"
Óleo sobre tela"
30 x 60 cm

Luigi Marinella

"Frammento"
Técnica Mixta
54 x 39 cm

Gail Sagman


"More memoria"
Técnica mixta

Michela Ianese


"I 3 ROSSI. Vuoto esistenciale"
Técnica mixta
20 x 28 cm

domingo, 23 de marzo de 2008

Susana Modrego Ruiz

"El contorno de las cosas"
Técnica mixta sobre tela
80 x 40 cm

Salomé del Campo Peñalver

" Un siglo antes, un siglo después"
Óleo sobre lienzo
73 x 92 cm

Paolo Zamolo

Óleo y tinta china sobre madera
15 x 57 cm